domingo, 19 de febrero de 2012

Shengri kuàilè - ¡Feliz cumpleaños!

Esta semana hemos empezado la lección 9, en la que hemos aprendido a hablar de los cumpleaños. Ya sé desearle a alguien feliz cumpleaños, preguntarle cuántos años cumple este año, o qué día cumple años, etc. Curiosamente, analizando el orden de las preguntas en esta lección, me he dado cuenta de que los interrogativos en chino siempre van al final de la oración. Por ejemplo:

Ni de shengri shi NA TIAN? (¿tu cumpleaños es QUÉ DIA?)

Asimismo, he descubierto algo curioso. En China, los cumpleaños no se celebran con un pastel (aunque, poco a poco, y debido a la influencia de Occidente, hay algunas personas que sí lo tienen). Lo más popular suele ser celebrarlo con los SHOUMIAN, es decir, con los noodles de la longevidad y la prosperidad, que son unos tallarines largos, largos que pretenden evocar la longevidad que se le desea a esa persona. Bonito, ¿no?





Formas de entender los números

Adentrarse en una lengua es adentrarse siempre en una cultura. Esta semana hemos aprendido los números y con ellos he descubierto que los chinos no los organizan de la misma manera que nosotros. Es decir, en las culturales occidentales los vamos organizando por millares (1.000), millones (1.000.000), billones (1.000.000.000.000),... fragmentándolos siempre cada tres cifras para poder ir leyéndolos.

Los chinos no hablan de millares, ni millones, ni billones. A medida que los números crecen, los van fragmentando cada cuatro cifras y a esta medida la conocen como wàn (10000). Así pues, mientras los occidentales decimos que en China viven

1.400.000.000 (mil cuatrocientos millones) de chinos

los chinos se refieren al número total de habitantes de su país como

14 wanes (14.0000.0000).


El chino, un idioma lógico (de momento ;-))

Estoy impresionada con el chino. Si bien la construcción de las oraciones resulta compleja desde nuestra perspectiva porque su orden y lógica es otra, sí resulta sencillísima la construcción de palabras. La lógica y matematicidad de esta lengua resulta sorprendente. Es aun más matemática y lógica que el alemán, lo que se agradece. Para muestra, las expresiones de tiempo que hemos estado trabajando esta semana.

Los meses del año se construyen con el número + la palabra mes. Por ejemplo, enero se traduciría literalmente por “uno mes”, febrero por “dos mes”, marzo “tres mes”,… y así sucesivamente.


Lo mismo sucede con los días de la semana, que se construyen con la palabra día + el número que ocupa ese día en la semana. Así pues, lunes es "día uno", el martes "día dos", etc.



Reflexiones

A finales del trimestre pasado, llegué a replantearme si quería continuar o no estudiando chino. Llegué a estar tan desmotivada con las clases que realmente no me apetecía ir más. Sin embargo, no quería verme en la tesitura de tener que abandonar simplemente porque no me gustaran las clases, la profesora ni el horario (¡viernes de 18 a 21h resulta agotador después de toda la semana trabajando!). Me hace mucha ilusión aprender chino y abrirme al mundo asiático, y no estoy dispuesta a dejarlo tan fácilmente. Así que he decidido cambiar de rumbo e inscribirme en otra escuela. Ahora estoy en International House donde, si bien es cierto que las clases siguen sin ser lo comunicativas que a mí me gustaría, creo que todo se acerca más al concepto que yo tengo de clase.

Evidentemente, me he dado cuenta de que tengo que cambiar de expectativas, que no puedo obtener lo que yo quiero. Aceptar eso me ha ayudado muchísimo. Sin embargo, ha habido otros dos factores que creo que han contribuido: por una parte, que el horario no sea tan intensivo. Ahora voy dos veces por semana, una hora y media. De esta forma, puedo aprovechar al máximo la hora y media en la que estoy expuesta al chino y, en cierto modo, también me obligo mucho más durante la semana a estar en contacto con él. Tengo más deberes, practico mucho más,… Y parecerá una tontería, pero el sentarme cada día un ratito me ha hecho dar un salto impresionante. En menos tiempo del que me esperaba, me he puesto a leer textitos todos escritos en Hanzis, sin pinyin.

El otro factor que creo que ha contribuido a sentirme más contenta es el ambiente de clase. La profesora está mucho más centrada en la clase, prepara la sesión, sistematiza en la pizarra, y está mucho más pendiente de los estudiantes, de cómo nos sentimos, de qué echamos de menos en el aula,… Me gusta ver que puedo preguntar cuanto quiero y que da respuesta a mis necesidades. En la anterior escuela, no siempre era así. Además, y a pesar de que yo siempre había defendido lo contrario, el hecho de que seamos 5 en lugar de 12 o 13, creo que favorece definitivamente al aprendizaje. En el centro donde trabajo, siempre hemos defendido que trabajar en grupos de 14 o 15 (que es lo que tenemos ahora) era mucho más enriquecedor, pero empiezo a dudar de esta idea. Si bien es cierto que te da más posibilidades para hablar con compañeros diferentes, a todos nos gusta, cuando estamos aprendiendo a hablar en una lengua extranjera, que se nos monitorice, que se nos observe y que se nos dé retroalimentación. Evidentemente, esto se lleva a cabo mejor cuando el grupo es reducido que cuando el grupo es tan grande.