Supongo que este es un debate candente. De hecho, siempre lo ha sido, por ejemplo, cuando lo hemos planteado en la sala de profes del IC de Belgrado al tratar el tema de la reflexión y la autonomía: ¿lo hacemos en lengua materna? ¿lo hacemos en la LE? Para gustos, colores. Yo siempre he creído que tiene que haber un espacio para la lengua materna en el aula de ELE. Puede que unos estudiantes la utilicen más, otros menos, pero me parece fundamental que se le de cabida sin penalizarla y que cada uno la vaya “abandonando” (si es que hay que abandonarla) a medida que se vaya sintiendo más seguro en la LE.
Todas estas reflexiones han vuelto a mi mente en días como estos en los que me planteo qué sería de mí si mi profesora de chino fuera una acérrima defensora del chino como lengua vehicular en el aula desde el primer día de A1. Sinceramente, creo que a estas alturas, tras solo 10 horas, me sentiría aún más frustrada de lo que me siento a veces. La mayoría de nuestros estudiantes serbios han tenido contacto previo con el español a través de la televisión, pero enfrentarse a una lengua por primera vez sin haber tenido contacto alguno, me parece complicado. Y creo que de lo que se trata en los primeros días es de hacer que el estudiante se sienta a gusto con la lengua y de que le pierda el miedo, que no se vea superado por ésta.
La cuestión es que ayer vimos los pronombres personales y agradezco no sólo que lo explicara en español, sino que los anotara en pinyin seguidos por los pictogramas correspondientes. No podía seguirle el ritmo, y eso que dejé los pictogramas sin copiar porque pensé que me iba a estresar menos si los buscaba en internet una vez que estaba en casa y los copiaba con tranquilidad. Inevitablemente, todo esto me lleva a pensar, ¿y cómo me hubiera sentido si, además de haber hecho toda la explicación en chino, también hubiera anotado en chino, y mediante pictogramas, toda la explicación gramatical, como habitualmente hacemos nosotros?
Sin haberlo reflexionado profundamente, y dejándome llevar por los primeros sentimientos que afloraron en mí en esos momentos, creo que es importante reivindicar, por una parte, el uso de la lengua materna en el aula siempre que el alumno lo necesite. Creo que cuanto más cómodo y relajado se sienta, antes se lanzará a utilizar la lengua extranjera, puesto que a eso viene, a aprender a comunicarse. Por otra, y contrariamente a lo que pensaba cuando aterricé en Belgrado, veo que no menos importante resulta que los profesores conozcamos la lengua materna del alumno u otra a través de la cual podamos comunicarnos, reflexionar, compartir,… De hecho, he de admitir que mis últimos años allí, en los que entendía sus reflexiones, he sentido que mi papel como profesora era mucho más fructífero que cuando me sentía perdida entre aquel barullo que me desconcertaba y en el que no podía guiar.
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